Fenicios y Cartago

Fenicios y Cartago

Los fenicios, cananeos de raza y semitas de lengua, se establecieron hace 7000 años, en una débil franja de tierra entre el mar y los montes del Líbano. Era gente hábil, inteligente y laboriosa, que se enriquecieron con el comercio de dos productos que tenían a pie de obra: la púrpura para teñir la tela, que extraían del murex, un caracol de mar, y la madera de los cedros de las montañas del Líbano.

Fueron grandes navegantes y mejores comerciantes. Vivieron en ciudades-estado, prósperas e independientes y fueron grandes amantes de los perfumes. Con estos antecedentes y con una gran flota de naves ligeras, de proa estilizada, eran temibles en el mar y estaban preparados para abrir factorías en todo el mediterráneo que, con el tiempo, se convertirían en ciudades. Compraban metales de toda clase, nobles y útiles, y vendían madera de cedros a los egipcios y artículos manufacturados a los habitantes de las islas griegas hasta las costas del sur de Italia y España.

No tenemos demasiadas noticias de los productos aromáticos que usaron, pero sí que tenemos, y muchas, de la enorme cantidad de frascos para perfumes que manufacturaron. En todos los periplos que hicieron en todas las factorías donde se establecieron y sobre todo en todas las ciudades que fundaron, en particular Cartago, pero también, Chipre, Creta, Málaga, Cádiz y e Ibiza y tantas otras, encontramos los restos de su paso o de su estancia.

En relación con la perfumería, podríamos decir que, aparte de los frascos de vidrio o de pasta vítrea, que cambiaron o vendieron, y que encontramos en todos los museos arqueológicos del mediterráneo, fueron los suministradores de esencias para los habitantes de sus colonias. Sin pecar de exagerados, nos atrevemos a decir que los fenicios se convirtieron en los primeros distribuidores de perfumes de la cuenca meditarránea.

Cuando Tiro, la última ciudad de los fenicios, cayó en manos de Alejandro, después de más de 6000 años de estancia, todos los vencidos que pudieron, huyeron a Cartago que era ya una gran metrópolis de raíces fenicias. Los cartagineses continuaron las costumbres de su origen y, entre ellas, el uso de los perfumes, pero sin que se distinguieran en abusar de ellos. Los cartagineses se convertirían en un pueblo de conquistadores, y después de 118 años de guerras con los romanos, Cartago acabaría en una ciudad tan romanizada como la misma Roma.